Los dos caminos de Claudia
¿Ahora me van a creer cuando les digo que la historia SIEMPRE se repite?
Ixtapaluca, Estado de México. Hacienda Santa Bárbara; 9 de abril de 1936.
Plutarco Elías Calles se encontraba tranquilamente leyendo en su cama cuando empezó a escuchar un alboroto fuera de su cuarto. Una voz fuerte llamó, seguida de tres golpes en la madera. Por la mente del “Jefe Máximo de la Revolución” no pasaba lo que sucedería en los siguientes minutos. Calles dejó su libro -Mein Kampf-, se incorporó y, en ese momento, entraron a su habitación veinte militares y ocho policías quienes le comunicaron que el presidente Lázaro Cárdenas le ordenaba prepararse para salir de México a las 7 de la mañana con destino a Brownsville, Texas, directo a su exilio.
Con esta acción, el presidente Cárdenas había hecho lo impensable. Plutarco Elías Calles, aprovechando el asesinato de Álvaro Obregón en 1928, había tenido total influencia sobre los presidentes en turno: Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934), en un periodo conocido como “El Maximato”.
Calles había aprovechado el asesinato de Obregón como trampolín para crear un partido político -Partido Nacional Revolucionario (PNR)-, el cual funcionaba como el medio, un partido único para acceder al poder y que años más adelante se transformaría en ese PRI que gobernó durante más de 7 décadas seguidas. Plutarco entendió perfectamente que México acababa de salir de una guerra civil -La Revolución- en donde él mismo jugó un papel importante luchando bajo el lema (excusa) de “no reelección”. El PNR se convirtió en el medio para que, sin ser presidente, pudiera ejercer todo el poder. De esta forma, ponía a la cabeza del ejecutivo federal, quienes iban a su casa en la Colonia Anzures, a su finca en Morelos o al Club de Golf Cuernavaca para, entre hoyo y hoyo, pedirle su permiso, consejo y autorización sobre todo lo que fueran a hacer. Quien ostentaba el cargo de jefe de Estado en ese entonces no movía un solo dedo sin la autorización del General y ex presidente Calles.
Pues sí, estimado lector. Quienes se han convertido en recurrentes de este espacio (gracias de verdad) sabrán sobre la obsesión que tengo con el hecho de que la historia siempre se repite y pues aquí otro ejemplo; hoy en día, a casi un siglo del Maximato, entraremos a una época con circunstancias parecidas. López Obrador cuenta con altos niveles de aprobación y un partido mayoritario que busca “consolidar el segundo piso de la transformación” (lo que sea que eso signifique) y que, según lo que ha dicho, a partir del 2 de octubre de este año se retirará a su rancho, una finca en Palenque, Chiapas llamada “La Chingada”.
Por ahora, la presidenta electa ha mencionado que seguirá con el proyecto de López Obrador durante 6 años más. Pero hay una diferencia muy grande entre seguir con un proyecto y seguir bajo sus órdenes. El primer camino que tiene Claudia Sheinbaum es el de encumbrar a AMLO como Elías Calles en ese entonces, haciéndolo de facto el líder de un nuevo Maximato, alguien que ejerza el poder sin estar en el poder; como Fulgencio Batista en Cuba, Deng Xiaoping en China o Franco en España.
Por otro lado, tenemos el camino que tomó el General Cárdenas; llegar al poder utilizando el único mecanismo existente, haciendo finta de estar supeditado a Calles y, al poco tiempo, romper lazos para dejar atrás una época donde el poder era ejercido por diferentes personas, pero congregado en una sola cabeza que se encontraba por encima de todos. Espero que no se me malentienda este párrafo -no exagere, señor@- no estoy recomendándole a Claudia el exilio del presidente; es mucho más simple que eso. Estoy convencido de que -para bien o para mal, solo el tiempo dirá- la presidenta electa tiene la oportunidad de explotar sus cualidades, sus conocimientos y su forma de administrar y dirigir a México por sí sola.
Claudia y AMLO son dos personas aparte, que aunque para efectos de campaña la primera se benefició del segundo al grado de cambiar su forma de hablar durante discursos1, en la práctica tienen todo para ser diferentes. Por poner un ejemplo, no tuvieron que pasar 5 años para darnos cuenta de que a López Obrador no le interesaba en lo absoluto el medio ambiente, apostó por hidrocarburos en lugar de energías limpias, realizó sus obras faraónicas sin los debidos dictámenes y trámites de impacto ambiental y hasta con la frase “medio ambiente” se peleó cuando argumentó en una mañanera que “la palabra ya no le gusta... ¿cómo que medio ambiente? ¿dónde quedó el otro medio… pues?”2. Por otro lado, Sheinbaum, antes de entrar a la vida pública, fungió como investigadora en México y Estados Unidos en temas energéticos y medioambientales, además de participar en varios grupos multidisciplinarios sobre el tema. Eso, corporativamente, lo conocemos como “área de oportunidad”.
*Procede a poner “Los Caminos de la Vida” de Vicentico.*
Ahí están los dos caminos de Sheinbaum. Cada elección implica sacrificar una opción y la decisión que tome la presidenta electa definirá el rumbo de nuestro país durante los próximos años. En sus manos está plantearse desde dónde se tomarán las decisiones para encaminar el rumbo de México este sexenio: ¿Desde Palacio Nacional o desde La Chingada?
arturoebmex@gmail.com
X: @artueb_97
https://laotraopinion.com.mx/video-claudia-sheinbaum-le-copia-el-estilo-a-amlo-y-habla-con-acento-tabasqueno/
Y, ¿qué camino crees que tome?