Crónica de una marcha en Buenos Aires
Un país prospero pero sumergido en una de sus peores crisis...Aquí la historia del experimento que planea sacarlos adelante.
Buenos Aires, Argentina. 24 de marzo de 2024.
Eran aproximadamente las 10 de la mañana cuando salí a caminar con una misión en concreto. Un par de días antes, un local me había contado sobre la manifestación del 24M, por el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Esta multitudinaria congregación tenía una causa bastante noble: era un homenaje a las más de 30 mil víctimas de la dictadura que azotó al país hace casi cinco décadas, en 1976, después del Golpe de Estado contra el gobierno de María Estela Martínez de Perón, mejor conocida como Isabel Perón (Nota: Recomiendo a mis cuatro lectores el libro “Isabel; Lo que vio. Lo que sabe. Lo que oculta” de Facundo Pastor), viuda de Juan Domingo Perón, sin duda la figura política más importante durante el siglo XX en Argentina.
Tardé un par de minutos en llegar a la Avenida 9 de Julio, una de las vialidades más imponentes que he visto en mi vida, con sus 18 carriles coronados por el famoso Obelisco, símbolo de la capital. Del lado norte de la avenida, se empezaba a escuchar la muchedumbre que, a medida que se adentraba en el centro de la ciudad, parecía un río de personas marchando por las calles que tenían como objetivo llegar a la Casa Rosada, el lugar de despacho del Presidente de la República.
Les cuento, amables lectores, que la escena me tenía impresionado. La primera vez en mi vida que asistí a una marcha fue acompañando a mi papá y a mi tío, exactamente hoy 27 de junio, pero del 2004, hace 20 años, donde alrededor de 400 mil personas nos reunimos para exigirle seguridad al gobierno capitalino1. Desde entonces me convertí en creyente de que, si se necesita un cambio, hay que hacérselo saber al gobierno, y las manifestaciones son una gran herramienta para lograrlo. Pero la impresión que me causaba aquella movilización en la capital argentina se debía al folclor y la fiesta que hicieron de ella. Había contingentes que parecían la hinchada de Boca encaminándose a un clásico, agitando banderas, tomando cerveza, cantando porras junto a las batucadas… También había otros contingentes cuya solemnidad y tristeza contagiaban las lágrimas de quienes, medio siglo después, no han perdido la esperanza de encontrar a sus familiares.
La marcha, más allá de ser apartidista, era claramente política; sindicatos, asociaciones civiles marxistas, confederaciones de trabajadores y agrupaciones con nombres de guerrilleros o de políticos del peronismo marcaban la clara tendencia a seguir. En el espectro ideológico, la tendencia anti Estado y opositora a la derecha que actualmente gobierna venía de la propia naturaleza de algunas de las organizaciones de derechos humanos que convocaron la movilización, incluidas las míticas Abuelas de Plaza de Mayo, quienes eran las protagonistas del día. Los presentes no solo se juntaron para conmemorar, sino también para exigirle al gobierno que parara su discurso negacionista, ya que el presidente Milei y la vicepresidenta Villarroel negaban el número de desaparecidos que las organizaciones civiles argumentaban. Sin duda, el desencanto social y las nuevas políticas económicas tenían a gran parte de la población en descontento; el ambiente en todo el país respiraba tenso.
Poco más de seis meses han pasado desde que Javier Milei ganó las elecciones presidenciales contra Sergio Massa, candidato del Estado, en una contienda que ganó en segunda vuelta con un aplastante 81.1%2. En un país donde siete de cada diez habitantes tienen algún ingreso que proviene del Estado3, esto se vuelve un hecho histórico, ya que, francamente, meses atrás existía un panorama sumamente complicado para que ocurriera.
![](https://substackcdn.com/image/fetch/w_1456,c_limit,f_auto,q_auto:good,fl_progressive:steep/https%3A%2F%2Fsubstack-post-media.s3.amazonaws.com%2Fpublic%2Fimages%2F034d1af8-176f-413e-bb8a-ca168c5dfcf1_832x555.jpeg)
Javier Milei, un académico libertario sin experiencia en la política, llegó a la Casa Rosada con una sola misión: rescatar la economía argentina. Milei en campaña optó no por ofrecer un ¿quién?, sino un ¿cómo? El economista buscaba implementar en el país una serie de principios libertarios en un interesante experimento. ¿Por qué un experimento? Porque dicha teoría económica nunca se había puesto en práctica a esa escala.
Hasta la llegada de Javier Milei, 16 de los últimos 20 años estuvieron marcados por el kirchnerismo, un movimiento político de izquierda basado en un fuerte intervencionismo estatal, estatización de empresas, control de precios y un fuerte alineamiento regional, especialmente con países de la misma corriente ideológica, sumándole un fuerte desapego a cualquier cosa tildada como “neoliberal”. El polémico personaje no desperdició minuto alguno al llegar a la presidencia para empezar con los cambios que argumenta sacarían de la crisis al país.
Al final, Argentina llegó al punto donde ya nada se podía poner peor. Los indicadores macroeconómicos hacían que cualquier prestamista o inversionista se alarmara, lo que solo contribuía a un círculo vicioso. Cerraron el 2023 con la alarmante cifra de 211.4% de inflación, por encima de cualquier otro país del mundo. Imagina, como ciudadano de a pie, que en enero del 2023 llenabas tu carrito de supermercado con $100 pesos, y en diciembre la misma compra costaba poco más de $300 pesos.
Por supuesto, esto afecta gravemente a las millones de personas que viven con salarios y pensiones que naturalmente no crecen al ritmo de la inflación. Esto llevó al grueso del electorado argentino a entender que cualquier experimento era mejor que la realidad que vivían. Por lo que Milei se convirtió en la opción.
Sus políticas, o como su gobierno las llama, “medidas de urgencia”, tienen tres ejes principales:
Déficit Cero: Su famosa motosierra, donde el presidente plantea la reducción del 35% de los gastos del Estado. Cerró nueve de los 18 ministerios4, suspendió obra pública durante un año, redujo subsidios a la energía y transporte, y usó el mismo presupuesto del 2023 para el 2024, a pesar de la inflación. Devaluó a la mitad el peso argentino frente al dólar5, que entre varias medidas más, buscaban atacar el déficit físcal, ósea el hecho de que Argentina gastaba mucho más de lo que ingresaba.
Cultura: Todo lo que tenga que ver con frentes ideológicos y de la izquierda no tendrá más apoyo del Estado; adiós a la hegemonía cultural de la izquierda, adiós a las políticas sociales nacidas durante el kirchnerismo.
Política Exterior: “El Loco” como lo apodan, optó por darle un giro de 180 grados a las relaciones exteriores de Argentina. Por un lado, ha buscado alejarse de la izquierda latinoamericana para acercarse cada vez más a Estados Unidos y continuar con un apoyo incondicional a Israel. A esto hay que sumarle, no como política, pero sí como una constante, sus fuertes roces con países como México, Brasil, Chile, España, Bolivia y los que se vayan sumando, que han sido fruto de su tendencia a no saber cerrar la boca y que no le han dado nada bueno al país. Esto le ha costado, que países como España retiren a su embajador de Buenos Aires.6
Hoy en día, 6 meses después de que Javier Milei tomó la presidencia, sus políticas han dado fruto de manera rápida. Necesitó 5 meses para combatir el déficit fiscal y en mayo tuvo un superávit de 1.1%, lo cual no pasaba desde 2008. ¿Se acuerdan de la inflación anual del 211%, que les contaba? La previsión que hace BBVA7 para este año baja la cifra a 140% y estima que ese número llegue al 45% para 2025. El PIB, según el mismo informe de BBVA, se va a contraer durante 2024, pero dará un rebote y seguirá con una recuperación del 6% para 2025.
Y parecen simples números, estadísticas que a veces vemos como cifras bastante grises. Pero todo cambia cuando, desde una perspectiva social, nos damos cuenta de que cada punto porcentual, cada decisión económica, se traduce en el hecho de que miles de familias podrán o no llegar a final de mes, o en millones de empleos perdidos o ganados.
Hay una frase muy famosa en el mundo del fútbol que dice que una estrella nace cada 20 años, y no, antes de que brinquen, no voy a comparar al presidente con alguno de los genios que han portado la camiseta número 10 de la albiceleste. Pero sin duda hoy, Milei tiene esa oportunidad dorada que se da cada 20 años, de probarle no solo a su país, sino al mundo entero que su locura puede (o no) regresar a Argentina a lo que era antes… A lo que debió ser ahora.
arturoebmex@gmail.com
X: @artueb_97
Buen artículo!!